La Real Fábrica de Tabacos de Cádiz, pionera en España, fue creada en 1741, por Felipe V, si bien, a finales del siglo XVII ya existía actividad industrial tabaquera en Cádiz. Se traslada después a los locales de la alhóndiga en la calle Plocia, que fue posteriormente cedida al gobierno para la instalación de una fábrica moderna en la que llegaron a trabajar más de 2.000 operarias.
Las obras que dieron el aspecto que tiene actualmente finalizaron en 1885 y cambiaron todo el antiguo edificio excepto la zona de bóvedas. El proyecto se debe a Federico Gil de los Reyes. El resultado del proyecto fue un macizo y llamativo edificio de ladrillo visto, cerámica vidriada en cubiertas y algún detalle a mitad de camino entre las fábricas inglesas y la evocación tradicionalista, con tres pisos de altura, planta irregular formando manzana exenta y estilo neomudéjar.
En su interior se encuentran interesantes estructuras de hierro, sobresaliendo las del patio y la gran montera de fundición y vidrio que cubre el mismo.
A finales del siglo XX dejó de cumplir sus funciones fabriles, al trasladar la actividad tabaquera a una nave a la entrada de Cádiz.
El Palacio de Congresos de Cádiz construido aprovechando las estructuras de la antigua fábrica de tabacos, se ha convertido en uno de los edificios emblemáticos de la ciudad. Desde grandes congresos a pequeñas reuniones, el palacio se adapta a las necesidades de cada usuario, así como a todo tipo de actividades cívicas, culturales o científicas.
Está ubicado en pleno corazón del casco histórico junto a la estación de ferrocarriles, el puerto de Cádiz y el circuito comercial.
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