La Catedral de Cádiz” Santa Cruz sobre el mar” o Santa Cruz sobre las aguas” es también conocida por los gaditanos como la Catedral Nueva.
116 años duró su construcción y el ella se observa la evolución armoniosa del barroco y rococó al neoclasicismo.
En la segunda mitad del siglo XVII con el comercio de las Indias y el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, la población creció y la ciudad alcanzó una gran prosperidad económica, por lo que el Cabildo inició la construcción de una Catedral acorde con el esplendor de la ciudad, ya que la existente se había quedado pequeña. A la construcción de la misma contribuyó decisivamente el espíritu emprendedor del obispo Armengual, propulsor también del Hospital de Mujeres y la Iglesia de San Lorenzo.
Las obras de la Catedral comenzaron en 1722 según proyecto del arquitecto Vicente Acero, el cual tras haber trabajado durante cinco años en la Catedral de Granada, deja ver en ésta la influencia de esta y de la de Guadix. Vicente Acero dimite y en 1739 se hace cargo de las obras Gaspar Cayón, pasando en 1757 a su sobrino Torcuato Cayón. Tras la muerte de éste en 1783, le sucede Miguel Olivares hasta 1790, fecha en que las dirige Manuel Machuca. Finalmente desde 1832 hasta 1838, en que se dan por finalizadas las obras, las dirige Juan Daura.
En todo este tiempo han transcurrido 116 años, a través de los cuales se ve el cambio de estilo y los gustos de los distintos arquitectos. La catedral se comienza en estilo Barroco, como su planta y el interior hasta el friso rococó y es terminada en estilo neoclásico, en su fachada, torres, cúpulas y el segundo cuerpo del interior, así como la mayoría de los retablos y el altar mayor.
La genialidad de Vicente Acero supo darle un aire de originalidad realmente nuevo al conjugar la tradición arquitectónica española con las formas barrocas procedentes de Italia. Coincide así una planta de origen gótico, con potente girola, con el rico movimiento de líneas típico de las realizaciones de Borromini y Guarini. En las zonas más altas, cúpula, torres y remate de la fachada principal quedan de manifiesto los nuevos gustos neoclásicos.
La fachada está realizada en piedra hostionera y piedra caliza. El templo tiene planta de cruz latina con tres naves, girola y dieciséis capillas laterales. El presbiterio tiene en su centro un templete neoclásico con planta circular, realizado en mármoles de colores y bronce dorado. El interior está ocupado por un sagrario manifestador de gusto ecléctico, realizado en bronce en 1875, en él se sitúa una cruz de plata de mediados del siglo XVIII y una pequeña imagen de madera policromada de la Inmaculada Concepción de mediados del siglo XVII.
El coro, de gran belleza, ocupa el segundo tramo de la nave central y tiene doble sillería, la alta, realizada entre 1697 y 1701, procede de la cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla y la baja, del siglo XVIII, procede de la Catedral Vieja. Cierra el conjunto una hermosa reja dividida en cuerpos y blasonada realizada en los talleres sevillanos de Manuel Grosso siguiendo el diseño de Juan de la Vega Correa, y cuyas puertas laterales están timbradas por las efigies de los santos Servando y Germán, patronos de Cádiz.
Es imposible admirar el coro de la catedral gaditana sin reparar en los dos imponentes órganos, el más antiguo de ellos proveniente de la catedral vieja de la Santa Cruz y realizado, presumiblemente, a finales del siglo XVI o principios del XVII. El otro, más reciente, es obra de los organeros Otín y Roqués inaugurado en la festividad de la Inmaculada del año 1870.
Las escaleras situadas a ambos lados del presbiterio conducen a la cripta que se extiende bajo toda la cabecera del templo. Construida para el enterramiento de los miembros del cabildo catedralicio, se organiza en torno a un espacio circular cubierto por una audaz bóveda plana, que soporta todo el peso del templete del altar mayor, y confirma el dominio de las técnicas de cantería por Vicente Acero. Allí se encuentran enterrados dos de las personalidades más importantes de Cádiz, Manuel de Falla y José María Pemán.