domingo, 22 de abril de 2018

LAS TORRES MIRADORES


Cádiz se transformó en el S.XVIII en una de las ciudades más bellas de Europa, bien trazada, adoquinada, limpia, con casas más altas de lo común rematadas por una torre que servía de vigía. Era una ciudad de vida cara, un gran centro para el comercio, cosmopolita y con muchos extranjeros (genoveses, ingleses, franceses, holandeses...) que hicieron mundialmente famosa a Cádiz.

Las torres eran lo primero que divisaban los viajeros 
que llegaban por mar, y observaban la silueta pintoresca y diferenciadora que le conferían a la ciudad. Son uno de los elementos más característicos de la arquitectura gaditana. Sin precedentes en la arquitectura de la baja Andalucía, se le atribuyen influjos norteafricanos.

En el S.XVIII, no había comerciante gaditano que se preciara que al construir su casa no sumara en ella el añadido de una torre mirador. Las torres de Cádiz fueron el resultado del prestigio y auge que esta ciudad tomó con motivo de su comercio con las Indias occidentales.

Hay varios tipos de torres, entre ellas, las mas numerosas son las torres de garita. Sobre la torre se levantaba una garita de planta por lo general octogonal consiguiendo así aumentar la altura total. En la interior de la garita, por una escalera de caracol se podía subir hasta la pequeña cúpula donde se dejaban unos huecos para poder mirar con prismáticos.

Si nos fijamos, las cúpulas o mejor dicho las cupulillas son diferentes entre sí. En general para decorar las torres miradores, se utilizaban elementos arquitectónicos como molduras, pilastras o cornisas, además de pictóricos, normalmente motivos geométricos que nos recuerdan un poco al arte mudejar. Se buscaba llamar la atención, ser originales, distinguirse; la casa era una forma de mostrar la categoría e importancia del comerciante.

Generalizado su uso entre los siglos XVII y XVIII, en la maqueta de Cádiz de 1777, situada en el Museo de las Cortes (C/ Santa Inés) se pueden contar 160 torres miradores, de las que actualmente quedan aproximadamente 126.

Esta increíble vista aérea de mediados del siglo XIX se la debemos a D. Alfred Guesdon, litógrafo, viajero y arquitecto francés, forma parte de la colección "L´ Espagne a voi d´oiseau". Era una técnica pionera que se realizaba tomando fotografías desde un globo aerostático a cien o doscientos metros de altura.


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