Oculta y enigmática, además de bella. La torre que nace en el número 13 de la calle José del Toro y que se esconde de los ojos de los transeúntes es única en el horizonte gaditano. Su elevación desde el suelo, su planta octogonal, su monumental fachada adornada con pinturas esgrafiadas y azulejos, y sus pilastras le otorgan esa singularidad, a la vez que un halo de misterio.
Fue erigida en el primer tercio del siglo XVIII para que fuera admirada por una mujer, la hija del propietario del palacete de José del Toro. El progenitor la mandó construir para que su joven descendiente, que había ingresado en el convento de las Concepcionistas franciscanas ubicado en la calle Feduchy, pudiera contemplarla desde el patio de su nueva morada. Tal monumento le haría sentirse orgullosa de su familia, y le proporcionaría la suficiente fuerza para soportar los votos de castidad, obediencia y pobreza.
La torre está integrada en una hermosa casa palacio y sólo puede ser observada desde otras torres o azoteas.
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