sábado, 4 de agosto de 2018
LA PLAZA DE CANDELARIA
domingo, 3 de junio de 2018
CONVENTO CARMELITAS DESCALZAS
Por la calle Costa Rica se accede al convento de las Carmelitas Descalzas. Una vez dentro, observamos que el convento actual está formado por tres fincas unidas y llega hasta la Plaza Argüelles. En el monasterio conviven ocho religiosas: María Dolores, Guadalupe, Carmen Teresa, Matilde, Purificación, Inmaculada, María Teresa y Elena. Se respira paz, tranquilidad y recogimiento. La casa se ha arreglado y adaptado a las necesidades de la comunidad, tal y como explica la madre superiora, María Dolores. «Hay hermanas que son mayores y para salvar los desniveles del cambio de una finca a otra tuvimos que hacer estas rampas». La priora de este convento lleva cuarenta años en él y conoce a la perfección la historia del mismo. Pasamos por los dos pequeños patios interiores y en uno de ellos llama la atención una figura que representa a un alma abrazado a una cruz y con el escudo de la orden. «Se hallaba en el cementerio de San José y se recuperó para el convento», afirma la madre María Dolores. En una planta se encuentran las celdas de las hermanas y en otra tienen los espacios de trabajo. La zona alta del edificio, la azotea, sirve a las monjas como espacio para estar al aire libre y ver el cielo y la luz del día. Es un espléndido mirador desde el que contemplan la Bahía. Allí se encuentra también el sencillo columbario. La iglesia nueva, que se inauguró en 1965, tiene su entrada principal por la Plaza de Argüelles. Las hermanas acceden a ella por el coro. De este templo es de donde sale el cortejo del Caminito cada Miércoles Santo. Las hermanas están muy unidas a esta cofradía debido también a la cercanía con la capilla de la calle Isabel la Católica.
María Teresa es una de las hermanas más jóvenes. Es de Méjico y lleva diez años en el convento. «El origen de esta orden se debe a unas monjas francesas que llegaron de Argel y también otras mejicanas por lo que en mi país está muy arraigada y por eso tenemos mucha devoción tanto a la Virgen de Guadalupe como a la de Lourdes».
El obrador en el que realizan las formas eucarísticas para toda la diócesis se encuentra donde estaba la antigua iglesia. María Teresa explica que «se trata de un trabajo en serie: un día se hacen los panes, otro se humedecen, después se cortan y por último se empaquetan». A la semana realizan unas 20.000 formas. En esta comunidad todas las hermanas colaboran y tienen asignadas sus tareas a diario. Las jóvenes ayudan a las mayores. La más veterana es Guadalupe, quien a sus noventa y cinco años y medio aún participa en el empaquetado de las formas. Desde las 6.30 horas que se levantan y hasta las once la noche la rutina de las hermanas es rezo, silencio, trabajo, estudio y oración. «Decía el Papa Benedicto XVI que las monjas de clausura somos como el pulmón de la sociedad, como un oasis de paz; es otra forma de proyectar la vida», resume María Teresa.