jueves, 23 de septiembre de 2021

CONVENTO, SANTÍSIMA TRINIDAD, DE SAN FERNANDO

 


Para tratar de la fundación isleña de un convento de Carmelitas Descalzas es necesario referirse antes al Convento de la Sagrada Familia de Ogíjares (Granada) de donde nace esta fundación.

Este Convento contaba con gran número de vocaciones, y también se iba extendiendo entre los vecinos del pueblo y en otros lugares la noticia de que había en él una monja que era “una santa”: la Hermana Cristina de Jesús Sacramentado. No estaban equivocados, para gloria de Dios. Pero como sus caminos no son nuestros caminos, de estas circunstancias se sirve el Señor para que los superiores, por el bien de ella misma y también por el de la vida de su comunidad, consideren conveniente enviarla a otro lugar.

El sitio escogido es San Fernando en razón de contar allí con la presencia de sus hermanos de hábito que les podrían prestar la ayuda espiritual necesaria. Pasado un tiempo, Dª Dolores Jiménez Herrera, viuda de Pérez-Cirera, madre de la entonces priora del Carmelo de Ogíjares, Madre Trinidad de San Juan de la Cruz, decide hacer realidad este feliz deseo y se pone en contacto con el P. Brocardo del Purísimo Corazón de María, Provincial de Andalucía y más tarde, por ausencia de éste que se hallaba en Argentina, lo hace con el Vicario Provincial P. Pedro del Niño Jesús. Estos dos Carmelitas Descalzos serán alma y vida de esta fundación teresiana.

En virtud de facultades conferidas por la CRI S, el Nuncio de SS. en Madrid Mons. Cayetano Cicognani, expidió el Decreto de erección el 6 de abril de 1945 (Prot. Nº 478). Y aunque el decreto episcopal de ejecución lleva fecha del 5 de septiembre, se le dio cumplimiento al día siguiente, 6 de septiembre de 1945.

Mientras se realizaban las obras de adaptación necesarias en la casa que se destinaría a convento, el 30 de abril de 1946 llegaron procedentes de Ogíjares dos de las fundadoras: M. Trinidad, Priora, y Hna. Cristina, acompañadas por el P. Casimiro de la Virgen del Carmen. Provisionalmente se hospedaron en el Colegio de la Compañía de María. Medio año duró esa estadía, ya que el prelado no les autorizaba a vivir en el convento hasta tanto estuviera en condiciones de establecer la clausura.

La casa que se compró -y en la que la comunidad continúa viviendo actualmente- era una de las principales de la ciudad y conocida como “Casa de la Torre”. Estaba situada a la salida de San Fernando hacia Cádiz, en la antigua calle Real nº 314, luego denominada Avda. Varela nº 224, y hoy de nuevo calle Real 224. La fachada conserva la arquitectura primitiva. Su propietario D. Andrés Rodríguez Peralta formalizó el contrato de compraventa de la casa, jardín y un terreno contiguo por el precio de 200.000 pts. y el día 16 de mayo de 1946, festividad de San Simón Stock, en el convento de los Padres Carmelitas se firmaron las escrituras, aunque la casa, que estaba habitada, no quedó libre hasta agosto de ese mismo año.

Por fin, el día 12 de octubre, son autorizadas para vivir en su convento y se trasladan a San Fernando las restantes monjas que componían el grupo de fundadoras: María Auxiliadora de Jesús Sacramentado (Dolores Arrayás Ramos), Dolores del Sgdo. Corazón de Jesús (Dolores Camacho Martínez), Carmen de la Santísima Trinidad (Carmen Molina Plata) y Concepción del Niño Jesús (Isabel Cuesta Bernal), además de las que estaban M. Trinidad de San Juan de la Cruz (Dolores Pérez-Cirera Jiménez) y María Cristina de Jesús Sacramentado (María Cristina de los Reyes Olivera).

Al día siguiente, por delegación del Sr. Obispo D. Tomás Gutiérrez Díez, el P. Pedro del Niño Jesús (Ïñiguez de Heredia), Vicario Provincial de los Carmelitas Descalzos de Andalucía, bendice la Capilla y el Convento como preludio de la inauguración que se hizo solemnemente el 15 de octubre de 1946, festividad de Santa Teresa de Jesús. Desde la iglesia de los Padres Carmelitas hasta el convento se organizó una concurrida procesión con el Santísimo que llevaba el Obispo diocesano. Al llegar, el prelado celebró la Misa y dejó establecida la clausura.

Un mes después, Hermana Cristina plasmaría en una carta dirigida a su hermana Salud, su recuerdo entrañable de este día luminoso: “Todo tiene imán, todo tiene atracción, todo tiene amor a nuestra vida silenciosa y de oración por el género humano.”

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