viernes, 20 de abril de 2018

CRISTO DE LA BUENA MUERTE


Santísimo Cristo de la Buena. La autoría sigue siendo desconocida. Se sabe la fecha de la factura, 1648, y que fue encargada por un agustino para la capilla de los enterramientos de los hermanos del convento.

Muchos han sido los nombres ligados a la espectacular talla barroca, de Martínez Montañés a Alonso Cano pasando por Mena. Pero a ciencia cierta no se sabe con seguridad. Puede que fueran discípulos aventajados. Al Cristo se le han hecho radiografías, se le han buscado posibles indicios, pues en otras piezas se han encontrado firmas en lugares insospechados o algún papelito escondido con el nombre del autor... Aquí nada. 

La perfección anatómica de la imagen, el cuidadoso detallismo y las complicadas formas apuntan a los más importantes imagineros que trabajaron en Andalucía en la época del apogeo barroco. Pero el misterio aún está por desvelar. 

La mano creadora es sólo una incertidumbre más que cruza la trayectoria de una imagen que a lo largo de su historia nunca salió de Cádiz y siempre retornó a sus dueños. Los monjes agustinos.

Con la desamortización de Mendizábal, subastaron la imagen en la plaza de San Juan de Dios. Allí la compró un particular pero ese mismo día se la devolvió a los agustinos. Una práctica habitual ya que una vez regalada la imagen no se podía enajenar de nuevo ese bien.

Devoción y admiración. No en vano se cuenta que su musculatura perfecta ha sido ejemplo en más de una clase de anatomía. Los estudiantes de Medicina venían a verlo. En los años 50 y 60 venía el catedrático de Medicina de Madrid, el doctor Marañón, con sus estudiantes a Cádiz para que vieran al Cristo y explicar anatomía delante de la imagen. Una escultura que, entre otras dotes, tiene muy marcado el músculo coracobraquial –que va del codo hasta el corazón– y que nosotros ya tenemos atrofiado, advierte.

La minuciosidad en el trabajo de la boca y los dientes, que exageradamente ha provocado que popularmente se diga “tiene tallada hasta la campanilla”, los detalles de las costillas y la columna han despertado el interés y la emoción de cuantos han visto al crucificado o, con suerte, lo han llegado a tocar. El hermano mayor cuenta que  “La primera Semana Santa que entré en la junta de gobierno coincidió con la visita de un agustino que vino de Brasil a ver la imagen. La pusimos en el suelo y le cogí la mano y se la pasé por la espalda del Cristo. Inmediatamente, pegó un gran respingo y fue tal la sensación de recorrer una espalda que no es lisa sino rugosa, con el movimiento marcado, que se fue arriba, pidió un hábito y dijo que tenía que salir en la procesión para acompañarlo”.

La cofradía fue creada en 1894 por Cayetano del Toro, el que fue alcalde de la ciudad, y recuperada, principalmente, por los hermanos Pemán (César y José María) en 1921, que le dotaron del carácter austero actual y fueron los artífices de que se acompañara de la oscuridad. Con eso se conseguía un efecto tétrico y teatral, del gusto de Pemán.

Los No creyentes pueden ver en esa imagen lo que dijo Enrique Tierno Galván cuando fueron a quitar el crucifijo de su despacho, “La contemplación de un hombre justo que murió por los demás no molesta a nadie. Déjenlo donde está.”

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